Marianne van Roode es una artista visual neerlandesa que vive en Granada, España, desde 1995. Su obra explora la tensión entre el orden y el azar, la memoria y la repetición — y lo que se hace visible cuando miramos sin intentar comprender.
Estudió Arquitectura de Interiores en la Academia de Bellas Artes de Rotterdam (actual Willem de Kooning Academy), donde se graduó en 1994 con un estudio visual sobre la ornamentación y la sobreestimulación sensorial — inspirado en un semestre de intercambio en la Universidad de Granada y la riqueza geométrica de la Alhambra — y una tesina titulada Life’s a Stage, en la que investigó el proceso creativo a través de cuatro iconos de la imaginación visual: el director Robert Wilson, el arquitecto Rem Koolhaas, el cineasta Alfred Hitchcock y el artista/cineasta Peter Greenaway.
Durante más de quince años, Marianne trabajó como diseñadora gráfica y web. En ese tiempo desarrolló una mirada aguda para el ritmo visual, la composición y el significado. Entre otras cosas, organizó unos talleres con el diseñador Fernando Medina bajo el título Las Ideas Primero. Más adelante, su trayectoria dio un giro radical: comenzó una carrera en el mundo internacional de los Recursos Humanos, donde llegó a ser Business Analyst y profundizó en el design thinking, la experiencia de usuario (diseño de interfaces), y la colaboración intercultural.
Pero el deseo de crear nunca desapareció. A lo largo de los años se manifestó en collages, muebles, tarjetas y dibujos. En 2021 ese susurro se hizo más fuerte cuando volvió a pintar, y en 2023 ya no pudo ignorarlo. Trabajó durante un año bajo la mentoría semanal del pintor español David Conde.
En mayo de 2024 dejó su empleo fijo para dedicarse por completo a la pintura.
Su obra actual — una serie de pinturas acrílicas — transita de la figuración a la abstracción y todo lo que hay entre medio, en busca de forma, resonancia y ritmo. Los temas que se repiten son la transformación, la fugacidad y el equilibrio. Su proceso es en parte intuitivo, en parte reflexivo: una mezcla entre exploración y entrega.
Sus cuadros abordan tensiones entre el orden y el caos, el cambio y la permanencia, la memoria y la duda. Más allá de creencias o sistemas, investiga el espacio entre imagen e imaginación — lo que queda cuando todo cambia.
Marianne cree en la lentitud de la mirada.
En la intimidad de la superficie. En obras que no lo explican todo, pero que hacen sentir.
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